Periodico El Dia: Un “restaurante” entre toneladas de basura


SD NORTE. Santa se levanta todos los días muy temprano para hacer la comida que se llevará para vender en su restaurante improvisado nada más y nada menos que en el Vertedero de Duquesa.
Debajo de una vieja sombrilla, la mujer haitiana, de fuerte contextura y de hablar pausado, espera a los buzos hambrientos que antes  de comenzar su labor quieren tener algo en el estómago sin importarles que el ambiente que  rodea  a este comedor sea toneladas y toneladas de basura y que no cumplan con los mínimos requisitos de higiene.

El vertedero de Duquesa es una fuente de empleo  informal que alberga  a más de 750 buzos que  llegan  a las 5:00 A.M. para esperar a los camiones recolectores de basura y  buscar entre los desperdicios,  plásticos, hierro y botellas  para venderlo y así  poder  obtener el sustento de su familia.  Y tanta gente trabajando duro, lo que más necesita es un lugar para comer.

La división del trabajo

En medio de la aparente anarquía, en el vertedero las cosas funcionan con cierto orden. Cada quien va en busca de lo suyo y rara vez interfiere en el trabajo del otro.

¨Nosotros todos buscamos lo que nos convenga más,  un grupo busca hierro, otro busca botellas y  cuando vienen los compradores  se lo vendemos al que mejor  page¨, dijo Pedro, un experimentado buzo, padre de cinco hijos.

En este vertedero al igual que el mercado todo tiene su precio, las botellas las venden a tres por peso, el metal a 10 pesos la libra y a este mismo precio se obtiene la libra de plástico.

En este sentido, el presidente de Lajun Corporation, empresa que tiene en sus manos la administración del vertedero, dijo que éste es un problema que ellos han querido solucionar, pero que hay factores tales como la situación  de pobreza  y la falta de empleos que hacen que sea   imposible.

El 85% de los buzos es haitiano

El ingeniero José López agregó  que un 85% de estos buzos son de origen haitiano y que no cuentan con  ninguna documentación,  por lo que exhortó a realizar un trabajo conjunto entre el Departamento de Migración, el Ministerio de Trabajo y  el Estado para buscarle una solución a esa forma sobrehumana de ganarse la vida.

 Y es que, un buzo trabaja más de 15 horas diarias buscando en aproximadamente 3 mil  700 toneladas de basura  que llegan al vertedero en 450 camiones, que  estos hombres y mujeres  esperan con ansias.
Cuando estos camiones llegan al lugar se refleja la verdadera lucha de la supervivencia, ya que  si como de una película de miseria se tratara estas personas se enfrentan cuerpo a cuerpo para obtener las mejores mercancías.

Además de estas condiciones infrahumanas en la que se encuentran,  estos buzos también tienen el riesgo de contagiarse de un sinnúmero de enfermedades  y de tener accidentes  laborales.

Así como lo afirmó Santa, quien con los ojos aguados y con una cara sudorosa que reflejaban la tristeza que alberga su alma dijo que la semana pasada un amigo de ella perdió ambas piernas tras ser atropellado por un camión de los que allí depositan la basura.

 Estos trabajadores informales saben el riesgo que corren al trabajar en estas condiciones, pero sin embargo, aseguran que así es la única forma que tiene para  mantener a su familia.

¨En los días buenos yo hago 1,000 pesos, pero hay otros que sólo me llevo 200¨, afirmó Pedro.
A pesar de ser informal, este mercado deja beneficios tanto para los buzos como para aquellos que compran a precio de ¨vaca muerta¨ toneladas  de materiales reciclables que luego le venden a un buen precio a las grandes empresas que lo importan para el mercado americano y asiático.

Algunos simplemente comen basura

Santa y otros vendedores de comida en el vertedero cuentan con suficientes clientes que consumen sus alimentos en el mismo lugar, pero cuando el día va mal, hay quienes no consiguen ni siquiera para un almuerzo en el vertedero y tienen que conformarse con las sobras que encuentren entre  los desperdicios aún sabiendo que cada porción de ésta le quita el hambre en el momento, pero lo acerca más a la muerte.

Especial para El Dia, Virginia Castillo (castillo-mendez@hotmail.com)

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