POR MARCOS DOMINCI
Luego de haber concluido en el país el
proceso electoral de medio término, en el cual el pueblo dominicano tuvo la
ocasión de elegir mediante el voto a quienes serán sus representantes en lo congresual,
y sus autoridades en el ámbito municipal, es necesario retomar el camino a lo
fundamental, que es encontrarse consigo mismo.
Retomar el camino a nuevos pensamientos de
progreso, de trabajo; emprender nuevos proyectos que permitan un real crecimiento,
no solo económico, sino también espiritual, pero sobre todo, es imperativo que
dominicanos y dominicanas encontremos la manera de volver a lo que somos como
pueblo; a ser íntegros en nuestro modo de actuar, porque aunque a veces otros
nos quieran hacer pensar que hemos perdido lo que es esencial en nosotros, no
es así.
Somos agradecidos y no ingratos; somos
cuerdos, no torpes; somos, alegres, no personas tristes; somos íntegros y
leales, no burdos traidores.
Por eso, y porqué no, es tiempo de volverse
atrás, mirar y adoptar esos pensamientos que forjaron en principio lo que hoy
somos como nación, es tiempo de volverse a Duarte.
Ahora, cuando sobre el porvenir de nuestra
patria chiquita; Santo Domingo Norte se cobijan vientos de retroceso y desesperanza,
aupados por malos dominicanos que han optado por renunciar sin saberlo al
espíritu progresista y nacionalista que nos caracteriza, para
ponerse al servicio de intereses foráneos y de causas lesivas a los mas nobles
y sagrados intereses de la nación, es necesario recordar, aplicar y repetir hoy
mas que nunca las palabras imperecederas del insigne fundador de nuestra
nacionalidad, Juan Pablo Duarte y Díez, cuando exclamó:“Mientras no se
escarmiente a los traidores como se debe, los buenos y verdaderos dominicanos
serán siempre víctimas de sus maquinaciones”.
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