Pese a la modernidad que
brindan obras como el metro de Santo Domingo que atraviesa de manera
vertical la ciudad de Villa Mella con el
viaducto, y las obras perimetrales que están en construcción, además del
hospital traumatológico Doctor Ney Arias Lora que empezará a funcional en los
próximos días, estas obras en sus alrededores muestran un divorcio
desproporcionado en su entorno, el cual esta convertido en mercados
improvisados donde se vende de todo.
Verduras y vegetales,
películas pirateadas, carpas de compañías telefónicas ofreciendo celulares, haitianos
vendiendo ropas y jugos, camionetas cargadas de plátanos, frituras, etcétera,
son parte de la variada gama de productos que se ofertan en los alrededores de
estas obras, sin hablar de la capacidad generativa de desperdicios e
inmundicias que dan la sensación de que el metro es un portal del tiempo que
nos traslada al desorden y al caos de años que creíamos superados.
Y es que para caminar por
las bellas aceras estampadas de la avenida Hermanas Mirabal esquina Licenciado Jacobo
Magluta, hay que sortear una serie de
tarantines y obstáculos que hacen del peatón
un corredor de 400 metros con vallas pero en una pista arrabalizada ubicada en el centro de su ciudad.
Todo parece indicar que la
falta de autoridad del ayuntamiento Santo Domingo Norte no ha podido organizar
a estos vendedores que bajo el seudónimo
de “Padres de familias” han tomado este espacio público y lo han convertido en
un arrabal.
En el plan estratégico de la
ciudad de Santo Domingo Norte según hemos indagado, esta zona esta contemplada (y así geográficamente
debe ser) como el centro de la ciudad
por que enlaza a las comunidades más importantes del municipio. “Esta zona debe ser merecedora
de mejor suerte” nos declara Miguelina Peña un joven estudiante que tiene la obligación
diaria de pasar por este lugar para trasladarse a la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD).
Los comerciantes dicen que
estas obras le encontraron ahí y que solo si son reubicado o indemnizado se quitaran del lugar.
La verdad es para el munícipe
que vio invertir sus impuestos en estas obras, debe parecerle estar siendo poco valorada por las autoridades
locales, puesto que es su deber mantener el orden y la limpieza física y visual
de este impórtate espacio publico que mas que hacer sentir orgulloso al
ciudadano, lo deprime.
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